Alberto Granados
Ante noticias como ésta, conviene que los que trabajamos por la unidad de la izquierda "hilemos muy delgado". No debemos repartir culpas sin analizar previamente lo que ha pasado.
Para empezar, veamos cómo es el sistema electoral de Asturias:
Es decir, que durante 27 años, la Comunidad Autónoma Asturiana celebra elecciones con un sistema diseñado, sin escrúpulos, para que PSOE y PP reciban una "propina" de escaños. De las nueve elecciones realizadas bajo este régimen electoral, 7 veces ha ganado el PSOE, una el PP y otra Foro Asturias.
En resumen, estamos ante una situación ya muy conocida: El PSOE promete una reforma -la que sea, en este caso la del sistema electoral- cuando necesita los apoyos para la investidura, y luego, a la hora de la verdad, encuentra la excusa para no hacer nada.
A partir de ahora, el PSOE pedirá a los asturianos que le apoyen para ganar por octava vez. No cuesta mucho llegar a la conclusión de que, si las fuerzas políticas que están a su izquierda son aritméticamente imprescindibles para gobernar, se podrá conseguir que el PSOE haga algo de lo que promete.
En caso contrario, volverá a vivirse, en Asturias y en todas partes, la situación de siempre: El PSOE pasteleará con los apoyos de la derecha. Y todo seguirá como siempre.
En Aragón hemos vivido experiencias similares, ya que, cuando el PSOE ha podido elegir entre pactar con el PAR o pactar con CHA y/o IU, lo ha tenido claro, ha pactado con el PAR, como hizo en el Ayuntamiento de Teruel y en el Gobierno de Aragón. Es decir, solo pacta con su izquierda cuando no le queda más remedio, como en el Ayuntamiento de Zaragoza.
No es que esto signifique que podemos esperar lo mismo del PSOE que del PP, naturalmente que no. Pero si el PSOE tiene margen para pactar con su derecha, el resultado no será el mismo que si gana el PP, pero sí muy parecido.
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